Spoken Escuchar el repiqueteo cantarín de la lluvia y ver como cae el agua, siempre de arriba abajo, con venerable constancia, es algo que siempre gusta a los espíritus contemplativos. Gentecilla hay, más dinámica, que encuentra el proceso tonto. La lluvia obliga a los niños a quedarse en casa. Estar encerrados les parece bastante aburrido ¿ Aburrirse en casa?, preguntó Cri Crí. Eso es un desatino morrocotudo y para demostrar que lindamente se puede gozar entre cuatro paredes, tomó unas tijeras, algunas hojas de papel y se puso a recortar bonitas figuras blancas. Según la sirvienta, el piso de la habitación quedó hecho un basurero pero los recortes tuvieron el don de entretener. No fue éso todo; a continuación Cri Crí propuso " ahora, puesto que la tarde está triste y la luz pardea, encenderemos una vela", la bujía chisporroteó con resplandores misteriosos, entonces Cri Cri, juntando ambas manos, las hizo tomar formas ingeniosas que se proyectaban sobre la pared como siluetas de gansos, cisnes, perros, gatos, soldados con kepí y hasta cabezas de brujas tontas. Los niños estaba encantados. Con sus manitas trataron de producir sombras sobre la pared blanca. La llama inmóvil de la vela se prestaba a ello;
las siluetas hechas por los niños aun no eran perfectas por que las sombras chinescas, así se llaman, piden tiempo y paciencia como los problemas de los números quebrados. Pero que fácil es interponer un dedo vertical entre la vela y la pared. Su sombra parece una "i", los dedos cordial e índice abiertos semejan una "v" victoriosa y el gordo dedo pulgar de perfil y doblándolo de prisa en la pared parece un enanito botijón que dice que "sí". Muy pronto los niños se astiaron de las figuras difíciles que producía Cri Crí y comenzaron a interponer sus cabezas entre la luz y el muro para verlas convertidas en pelotas con oreja. Esther una linda niña, que aun ignora cuan linda es, encontró enfadosa toda esa teoría óptica de las sombras y alzando su voz sobre el bullicio de la demás chiquillería dijo a Cri Crí " no me gusta estar a obscuras, ni que llueva, ni quedarme a la fuerza en casa; siento como si estuviera castigada" Cri Crí aconsejó tener paciencia. La paciencia es el arte de esperar y la esperanza abarca toda la vida. Un castigo es otra cosa. Bien lo sabe Cri Crí al recordar sus días de colegio .