A veces el fuego esconde
un ángel multicolor,
agazapado, tímido, escondido.
Relámpago en la noche,
sonrisa en un funeral,
ovejas negras de un mundo perdido.
Pero yo reconocí su voz
en aquella tarde ciega de ruidos.
El agua se convirtió en flor,
y la flor en este ángel mendigo
que migajeaba su presencia mágicamente.
A veces el diablo esconde
un ángel en su interior
que pinta de verde paisajes sombríos.
Le agrega brillo a la luna,
y la noche palideció
e insinúa borrosos, secretos caminos.
Donde puedo divagar sin ver
la careta ruina del enemigo
escapando del destino cruel,
desafiante paso el del peregrino,
andar sobre las brasas de un mundo encendido.