Échame un ojo, y en cuanto me veas ladrar como un perro,
échame el cerrojo, vente a verme luego,
que no voy a pasarme la vida lamiendo huesos,
y, la tormenta que hay en tus ojos,
verás como escampa esta noche cuando estemos solos,
aullando a la luna hasta quedarnos roncos
se apagarán las farolas,
todas al compás de nuestro caminar,
dime si escuchar el crujir de las carruchas
de las cuerdas de mi garganta,
que cuelgan anzuelos
cogiendo de adentro letras de canciones
que nunca cantaba,
y echarte de menos nunca va a pasar,
que quiebra la tierra, que ya me da igual,
¿no te das cuenta?,
estoy tocando
con la punta de los dedos la felicidad,
como los ratones, esquivando cepos,
buscándose la vida en cada rincón,
si es un sumidero donde están mis sueños,
ahí estaré yo,
que estoy en las nubes, siempre a ras del suelo,
metiendo el hocico donde esté tu olor,
si es en el infierno donde están tus besos,
ahí estaré yo.
no me importa ser payaso disfrasao de arriba abajo
si así te hago sonreír,
no me importa ser el fuego que alborote tu avispero
s así vienes a por mí,
no me importa romperme la boca por subir las rocas
que lleguen a ti,
no me importa que cierren las puertas
mientras siga abierta la del Kutxitril