Sembrando la tierra, Juan se puso á considerar: ¿Por qué la tierra será del que no sabe sembrar? Le pido perdón al árbol cuando lo voy á tronchar. Y el árbol me dijo un día ¡Yo también me llamo Juan! Tuve en mis ramas un nido. Yo sé que se salvarán.
Los pájaros siempre vuelan. Yo, nunca aprendí á volar. Triste es la vida del campo, arar, sembrar, y esperar El verano, y el otoño, y el invierno... todo igual. Quizá pensando, pensando, un día aprenda á volar . . .