Voy corriendo y no sé a dónde ir.
Busco y no encuentro los días,
me persigue, lo puedo sentir
cómo recorre mi cuerpo.
Sus caricias, que arañan mi piel,
siembran de olvido el recuerdo.
No consigo arrimarme al valor,
pues todo ha sido silencio.
Se apodera de mí la ansiedad,
me abandono y lo quiero gritar,
no se oye, no puedo hacer más.
Dame un respiro, hoy necesito hablar de ti,
que me escuchen los demás,
mi lucha en soledad.
Hay mensajes que entiendo al revés,
se hunden con una botella.
No recibo por mucho que dé,
siempre me arropo en la noche.
Con disfraces que no puedo ver,
entras en mí cada día,
me protejo y me escondo de ti,
pero tú siempre caminas