De chisme en chisme,
de boca en boca,
su nombre jugueteaba
en las conciencias locas.
Presta al manoseo
y al primer deseo,
rociaba la Habana
con su balanceo.
No hubo adolescente
que no la siguiera
pa' anotarse al hombro
una aventura nueva.
Presa del murmullo
y del comentario,
y de que un chiquillo
se entretenga un rato.
¡Qué lástima!
tanta piel echada al fuego,
tanto amor fiado al menos
en deuda y mancha.
¡Qué lástima!
tanta flor tirada al fuego,
marchitas no se ofrecen luego
mi amiga... ni a dos por medio.
Linda, coqueta y arreglada,
reina en la intriga y la mala jugada;
fiel propaganda de un libre mundo,
donde el cariño muere cada segundo.
Vuela encantadora, princesa del barrio,
de mirada clara y vestido ajustado;
hoy es viva estampa de un tiempo perdido
del que no ha quedado una semilla
ni el reír de un niño.