Será que lo amaba inexplicablemente
que le dio por ser
la obligada sombra que
se descosía por detrás de él.
Empujo hacía afuera todas las pasiones,
le dedico tiempo, esfuerzo y para bien.
y aunque desató cada resorte noble
él, desprevenido, no lo quiso ver.
Será que lo amaba irremediablemente
que se volvió andén
y cabalgadura para su andadura,
su angustia, su sed.
Cada antojo suyo encontraba cobijo,
- tan libre amor se llega a merecer -
pero tanto se hizo costumbre exigirlo
que él, desprevenido, no lo quiso ver.
Será que lo amaba irrazonablemente
que se armó de ayer,
forja de herradura, trueno y levadura
por ir tras de aquel.
Y ante el poco caso se inventó un suicidio,
pactó con el fuego y se lo dio a saber!
Pero andaba el hombre tan desprevenido
que se encerró en sí mismo y no lo quiso ver.