El miedo viene ganando terreno hoy día
irrumpe en los corazones desalentados
es hora ya de cortarle la simpatía!
para sacarlo a empellones del escenario.
El miedo debuta leve con apatías
calzando de poco en poco a los descalzados
pues luego se erige experto en la zancadilla
y empieza a zafar el borde de los zapatos.
El miedo lo rompe todo y son los cobardes
quienes llenaron de ratas las cañerías
poniéndose a buen recaudo por si de tarde
el sol calentó de más de lo que debía.
El miedo lo quiebra todo y de los temores
hicieron su barricada los desolados
con un ropaje amañado de los ratones
nos vienen desmantelando los decorados.
Por eso no tengo miedo a la traición ni al barro,
ni al rostro desencajado que me perturba y tira
ni al yugo del aguacero, ni al descampado
ni al arma desentonada de la asesina.
Por eso no tengo miedo a la ambición mezquina
ni al vientre de lo oportuno arándose de fango,
porque hay a quien le incrustaron en la vitrina
un vidrio que el cristalero dejó empañado.
El miedo viene quemando y el ala fría
sucumbe ante cada intento del espantajo
ya es tiempo de resguardarse de la jauría
tendiéndole un cerco sólido al descalabro.
Y el miedo lo anula todo y se muestra ciego
si el alma se resquebraja y se descompone
y tiene para el demonio o el descontento
la norma más truculenta de las pasiones.
El miedo lo apaga todo y desata un aire
plagado de conmoción y de sentimientos
y con la mirada corta de deslumbrarse
a la más débil señal del resentimiento.
Por eso no tengo miedo a la melancolía
ni al goce incorregido y exagerado
porque se me defender de lo que no me inspira
me acuñan de lengua dura y desordenado.
Por eso no tengo miedo a lo que traiga el día
y, así, sostengo las rabias de mis mejores años
tenemos que refrescar a la caballería
porque esta vez el combate parece largo!