Ay, corazón, barrio del alma, arrabal de los sueños peregrinos, geografía interior que no se acaba en el primer recodo del camino. Ay, corazón, relampagueas cuando sientes vecina su presencia, su melena trigal se balancea al aire superior de las esencias. Ay, corazón, cómo tristea una sombra doliente en tu costado cuando un halo de niebla la rodea en la infancia casual de algún enfado. Ay, corazón, cómo anocheces en el tacto añorado de su talle, tu alegría habitual se desvanece con la bruma emigrante de la calle. Ay, corazón, cómo galopas cuando la pirotecnia de tu risa, epicentro de luz, llena tu copa, tus dominios detrás de la camisa. Ay, corazón, han capturado tu sensual vocación de ""pasionero"" con sutiles cadenas te han llevado a una celda de besos prisionero. Ay, corazón, cuánto la quieres, qué montaña de amor desmesurada, para amarla a esa altura se requiere que des tu libertad por extraviada. Ay, corazón, no es razonable condenar tus fervores al exilio, amor sin libertad es impensable, libertad sin amor es un suicidio.