Aún siento en mi cuerpo el horror aquel cuando la muerte sobrevoló mi hogar era un fin de semana primaveral que se iría a convertir en pesadilla infernal Después del trabajo me dispuse a descansar cuando presencié encorvado ante mí a mi progenitor cogido a su pecho señalando balbuceante el camino del hospital Fueron dos horas al margen de toda realidad preguntándome la causa de tanta desgracia enganchado a la esperanza de la incredulidad y enfundado en la rabia de la impotencia Afortunadamente algo al fin me pareció oir y después de una larga noche el miocardio comenzó a latir pero sabe Dios que aún temo que algo así vuelva a suceder y no habrá un día en mi vida en que no agradezca verlo sonreír