Epifánico silencio a la hora del amar tus ensueños ya se hicieron a la mar un extracto del perfume del dolor tus muñecas boca arriba y hacia el sol. Tus regalos deberían de llegar los elefantes locos, el vestido, el ajuar. Caminando en la neblina que disipa el corazón los milagros en tu cuerpo ya serán las violetas de tu sangre vivirán sobre un río enamorado y en su andar. Tus regalos deberían de llegar las velas, las vajillas y tu felicidad. Y no sabés si detenerte o llover y parada sobre el mundo a tus pies tu sonrisa que nos hace temblar tiembla el mundo que no entiende al final ese beso de la vida, la sutil melancolía el momento cuando piras los espacios donde miras y las gotas de tu lluvia se irán. Y otra vez en la secuencia de los pétalos que caen se descubren los misterios del azar y las manos que se encuentran en la flor, la bestial naturaleza del amor. Tus regalos deberían de llegar si todo se termina, todo vuelve a empezar. La mañana que se viene es una vieja sensación que refleja los espejos del tiempo y la niña acurrucada en el rincón es la chica contra la furia de dios. Tus regalos deberían de llegar no es mucho lo que tengo para darte, mirá. Y no sabés si detenerte o llover y parada sobre el mundo a tus pies tu sonrisa que nos hace temblar tiembla el mundo que no entiende al final ese beso de la vida, la sutil melancolía el momento cuando piras los espacios donde miras y las gotas de tu lluvia se irán y tus regalos deberían de llegar y las gotas de tu lluvia se irán.