Tápame los ojos y cierra la ventana por la que se cuela lo aprendido, engañoso reflejo del poder. Huelo el color, muerdo tu soledad, olvido quién soy. Déjame inventarte por los demás sentidos, rómpeme. Giro y me deslizo por la secreta y clara oscuridad. Huelo el color, muerdo tu soledad, olvido quién soy. Me agarro a tu sombra teñida en sudor, respirando tu aliento rojo, abandonado al capricho de tu voluntad. Y me escupes palabras sucias, palabras sucias, que acarician mi piel.