Celebro mi destino de sentir como siento, de vivir como vivo, de morir como muero. Y porque lo celebro y soy al fin la nada de la sombra de un verso, os digo: ¡muchas gracias! Mil gracias, si señor de la vida y la muerte, por ser apenas esto, brizna efímera y leve. Y el de pasar mis días finales en el mundo, con las manos vacías y el corazón profundo.