Llora mi alma mientras lo veo paseando por el centro de cualquier ciudad, donde aquel falso sueño se convierte en la turbia pesadilla a la que un día partieron buscando lo nunca tuvieron, lo que siempre contaron aquellos que volvieron cargados de historias y extraños consejos que nunca entendieron. Su techo en el cielo, su cama en el suelo y su angustia en la bolsa donde sumergen sus pulmones y su orgullo dañado y repleto de miedo. Me quema... Sécate las lágrimas me dice un niño, cuando me ve llorar Guárdate esas lágrimas que mi consuelo aún está por llegar. Sécate las lágrimas, las que no tengo, las que hacen olvidar. Sécate las lágrimas, sécate las lágrimas. Largo camino y estrecho el estrecho donde se olvidan ilusiones que robaron de gastadas revistas en sus noches de sueños que pasearon por la furia de los mares y al llegar la perdieron. Libertad de sus actos capital del consuelo florecer del dinero, que recogen con la mente abandonada y su estela apagada. Aromas lejanos, nostalgias guardadas caricias bañadas, en la distancia que separa a su familia la que tanto ayudaba. Me quema... Sécate las lágrimas me dice un niño, cuando me ve llorar Guárdate esas lágrimas que mi consuelo aún está por llegar. Sécate las lágrimas, las que no tengo, las que hacen olvidar. Sécate las lágrimas, sécate las lágrimas. Menudo contraste.