Tenías el vestido más horrible de todo el tendido Yo trataba de llamarte la atención de algún modo oportuno Pero tú sólo tenías ojos para el joven matador de toros El tercio de los sueños ya se había terminado para mí No me digas que es muy pronto Son las siete de la tarde aquí en España No me extraña que seas así Y te rías de mí otra vez No me tengas piedad Algunas veces vengo a ver los toros muy tranquilamente Me siento en el tendido y no me falta un farias entre los dientes Pero aquella tarde resultó distinta a cualquier otro San Isidro El tercio de los sueños se había terminado para mí Es que tú no te das cuenta Tu mirada inocente no me engaña No me extraña que seas así Y te quedes conmigo otra vez Si hoy me dices que sí Bajo al ruedo por ti a matar a la res A veces siento que me hago viejo muy rápidamente Desde que colgué mis años salvajes en un clavo en tu frente ¿Por qué aquella tarde resultó distinta a cualquier otro San Isidro? El tercio de los sueños tiene dueño, siempre suele ser así Hay un hombre que recuerda Y aunque la memoria muerde y no le engaña En la tela de araña cayó y la mantis ya se lo comió No le tuvo piedad y después de jugar se lo desayunó