La primera vida de aquellos pantalones Fue tan aburrida en las tierras del norte De inviernos tan crudos, veranos tan fríos Y un s**o tan triste que era sacrificio. Padeció en silencio almorranas feroces Que a nadie enseñaba porque era muy hombre La casa era estricta como un mausoleo Comidas y cenas parecían entierros. Misan los domingos, del mundo los ecos La vida acolchada por fuera y por dentro Para no ser blando se fue endureciendo Y su corazón parecía un sarmiento. Sintió que los pulsos se le aceleraban Metido en la bolsa donde les llevaba Con más pantalones, camisas, bufandas Para vestir gente más necesitada. La segunda vida de aquellos pantalones Comenzó un domingo a eso de las once Para divertirse y estrenar la noche El Rata y el Cucu robaban un coche En él se subieron otras dos pibitas Que igual que respiran tomaban pastillas Se echaron dos copas muertos de risa Y a eso de las cinco un control de rutina...
El Cucu acelera y a las cinco y media Ya les perseguían catorce lecheras Mientras que una de ellas parece que reza La otra solo dice vaya puta mierda La vida se quema la vida se inventa Ciego por la izquierda a más de ciento ochenta Viviendo deprisa muy pronto se llega A la Plaza de España esquina Princesa. Nunca supo como se volvió africano Se adaptaron pronto su corte y su paño Después de diez años parecían nuevos Pensó de si mismo cuando vio un espejo. Siente que le cuidan, le doblan, le miman No se siente extraño en aquel poblado Son de su familia sandalias y barro Nunca se ha sentido tan necesitado- Está convencido que aquí va a morir Y aunque no lo diga se siente feliz Por mucho que piense donde puede ir No hay lugar que haya más pobres que aquí. Cuando le enterraron con su último dueño Pensó fríamente que nada es eterno Pero alguien de noche desenterró el muerto Y los pantalones se los llevó puestos.