En medio de la calle Me encontré un humilde profeta; Un pequeño idealista con más hambre que gloria, Más sueños que ambición. Con su cascada voz, Anunciaba la venida de un gran hombre; De una plaga.... Y alguien sonrió. El pequeño profeta No inspiraba confianza; Para convencer a gente tan impura Son precisas bellas frases, Corbata....cosas fundamentales De las que aquel buen hombre En su inocencia carecía. Tenía un gran cartel extendido a sus pies, Hablando de la guerra; De la olvidada caridad del hombre
Y de tres o cuatro beaterías. Como dijo aquel hombre bien trajeado Mientras le limpiaban los zapatos Y le arrojaba unas monedas para intentar callarlo. El profeta tiene la mirada huidiza y el ademán nervioso; Tiene una mano inútil y sus ojos de perro apaleado Sonríen levemente si le gritan que trabaje Y coge sus papeles arrastrando su amargura hacia otra parte Siempre cuando y no venga algún espía de parte del alcalde Y le robe su riqueza: ser hermano del aire.