El campo espera al atardecer, la tarde entera sueña al caer. Cruza una lenta torcaza el mar verde amarillo del alfalfar. Y yo soñando con volver, hago palomas de papel. Y escribo cartas a granel sobre el rojizo atardecer. Por esa mujer, por esa mujer, que me ha puesto en la piel un aire encantado y un enamorado y gracioso clavel.
Entre los sauces el agua va, besando el aire, mujer al fin. Susurra un grillo la soledad, Con su latido de violín. Y yo soñando con volver, hago palomas de papel. Y escribo cartas a granel sobre el rojizo atardecer. Por esa mujer, por esa mujer, que me ha puesto en la piel un aire encantado, y un enamorado y gracioso clavel.