Con los pies sobre rotas veredas
de custodiados barrios,
despert? viendo a la reina ciega,
revolcarse en el barro.
Matando el cuerpo
de quien la quiso auxiliar,
y consintiendo a quien
goza con su mal
pues, no sabe amar
pues, no quiere amar.
Me alej? de la densa esfera
que adormece en su llanto,
para o?r de la palabra eterna
comprensi?n y encanto.
Lenguas de fuego vibran
junto al sembrador,
quien ya est? presto
para cosechar amor.
Comprend? que el miedo a la muerte,
solo es para el culpable.
Que sin mas que creerse un cuerpo,
nunca sus manos abre.
Lenguas de fuego vibran
junto al sembrador,
quien ya est? presto
para cosechar amor.
Darse es amor.