El problema no es si te buscas o no más problemas. El problema no es ser capaz de volver a empezar. El problema no es vivir demostrando a uno que te exige y anda mendigando. El problema no es repetir el ayer como fórmula para salvarse. El problema no es jugar a darse. El problema no es de ocasión. El problema, señor, sigue siendo sembrar amor. El problema no es de quien vino y se fue o viceversa. El problema no es de los niños que ostentan papás. El problema no es de quien saca cuenta y recuenta y a su bolsillo suma lo que resta. El problema no es de la moda mundial
ni de que haya tan mala memoria. El problema no queda en la gloria ni en que falten tesón y sudor. El problema, señor, sigue siendo sembrar amor. El problema no es despeñarse en abismos de ensueño porque hoy no llegó al futuro sangrado de ayer. El problema no es que el tiempo sentencie extravío cuando hay juventudes soñando desvíos. El problema no es darle un hacha al dolor y hacer leña con todo y la palma. El problema vital es el alma. El problema es de resurrección. El problema, señor, será siempre sembrar amor. (1991)