Esta historia que les voy a relatar es de un hombre rico que tenía lo que quería, mas ese hombre rico tenía una afición: eran las canicas que serían su perdición. Tenía muchas canicas de muchos colores; grandes, medianas, cayucos y balines. También tenía bolitas y ojos de gato y una que otra de barro para no discriminar. Un día en el que estaba jugando a las canicas ganó el partido y se puso muy contento, tan contento estaba que las quiso probar un cayuco, un balín y una bolita agarró y se las tragó, sí, y se tapó, y se murió.
Y todo por comer canicas Si también a ti te gustan las canicas y algún día tienes ganas de probarlas, ve a la tienda de la esquina y compra muchos chicles, chicles de bola y masca hasta cansarte, pero nunca vayas a comer… canicas. Canicas, canicas, canicas, canicas, canicas, canicas. No, no, no, no comas canicas. No, no, no pues te puedes tapar. No, no, no luego no me platicas. No, no, no hay te vas a quedar. Yo te suplico querido amigo, amiga, hermana, nunca vayas a comer canicas. No, no, no