Leyenda de un jinete que galopa sin cesar
cumpliendo la condena de cruzar la eternidad
por traicionar en vida lo que fue su gran amor
sembrando llantos y dolor en otro corazón.
¡Yipiaié! ¡Yipiaió!
Jinetes por el cielo van y no se detendrán.
Detrás de aquel jinete galopando sin cesar
jinetes celestiales la trataban de alcanzar.
Sus ojos eran negros, tenían brillo de metal.
Sus ojos eran negros, con brillo de metal.
¡Yipiaé! ¡Yipiaió!
Jinetes por el cielo van y no se detendrán.
Detrás de aquel jinete van diablos en tropel
que gritan y castigan sin descanso a su corcel.
Son tantos los amores que en su vida traicionó
que nunca encontrará perdón, en otro corazón.
¡Yipiaé! ¡Yipiaió!
Jinetes por el cielo van y no se detendrán.
Pusieron rosas rojas en memoria de su amor.
El cielo se ha encendido con un bello resplandor.
Y ya la enamorada lo ha sabido perdonar
borró su culpa la oración y por fin descansará.
¡Yipiaé! ¡Yipiaió!
Jinetes por el cielo van y no se detendrán.
Leyenda de un jinete que galopa sin cesar
cumpliendo la condena de cruzar la eternidad
por traicionar en vida lo que fue su gran amor
sembrando llantos y dolor en otro corazón.
¡Yipiaé! ¡Yipiaió!
Jinetes por el cielo van y no se detendrán.
¡Yipiaé! ¡Yipiaió!
Jinetes por el cielo van y no se detendrán.
¡Yipiaé! ¡Yipiaió!
¡Galopan sin poder parar jamás!