Lástima, bandoneón, mi corazón, tu ronca maldición maleva tu lágrima de ron me lleva hacia el hondo bajofondo donde el barro se subleva. Ya sé, no me digás, tenés razón, la vida es una herida absurda y es todo, todo tan fugaz que es una curda, nada más, mi confesión. Contáme tu condena, decíme tu fracaso, no ves la pena que me digo, y habláme simplemente de aquel amor ausente que es un retazo del olvido. Yo sé que te lastimo, yo sé que te hago daño
contando mi sermón de vino, pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón, buscando en un licor que aturda la curda que al final termina la función corriéndole un telón al corazón. Un poco de recuerdo y sin sabor gotea su rezongo lerdo, marea tu licor y arrea la tropilla de la zurda al volcar la última curda. Cerráme el ventan*l que quema el sol su lento caracol de sueño no ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol.