Lástima, bandoneón, mi corazón,
tu ronca maldición maleva
tu lágrima de ron me lleva
hacia el hondo bajofondo
donde el barro se subleva.
Ya sé, no me digás, tenés razón,
la vida es una herida absurda
y es todo, todo tan fugaz
que es una curda, nada más,
mi confesión.
Contáme tu condena, decíme tu fracaso,
no ves la pena que me digo,
y habláme simplemente
de aquel amor ausente
que es un retazo del olvido.
Yo sé que te lastimo, yo sé que te hago daño
contando mi sermón de vino,
pero es el viejo amor que tiembla, bandoneón,
buscando en un licor que aturda
la curda que al final
termina la función
corriéndole un telón
al corazón.
Un poco de recuerdo y sin sabor
gotea su rezongo lerdo,
marea tu licor y arrea la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerráme el ventan*l que quema el sol
su lento caracol de sueño
no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol.