Las mujeres de Buenos Aires
con sus trajes inmateriales
bajan pálidas y espigadas
de automóviles transparentes.
Las mujeres de Buenos Aires
se despiden de los viajeros
tienen labios como de sueños
y sonrisas crepusculares.
Las mujeres de Buenos Aires
se desvisten bajo la luna
y recuestan su fantasía
sobre el césped de la aventura.
Las mujeres del gran Buenos Aires,
o te esperan cerca del muelle,
o se alejan en colectivos
por las calles del pensamiento.
Las mujeres de Buenos Aires
tienen pájaros en los pechos,
golondrinas emigradoras
que se vuelan en desbandadas.
Las mujeres de Buenos Aires,
si las nombras no se detienen,
se te van como a la deriva
con la oleada de sus caderas.
Las mujeres de Buenos Aires
son princesas del vecindario,
que se visten con el idioma
de los tráficos del olvido.
Las mujeres del gran Buenos Aires,
si las dejas se van en fuga:
se encabritan hacia las nubes,
te abandonan a la memoria.
¡Las mujeres del gran Buenos Aires!