Amanecí con ganas de pegar el grito,
parpadeando con rostro poco amigable,
aguantando moretones de insolentes,
brindándome de lleno a la libertad.
Abrazado a la ilusión que me condena,
que me condena.
Me acomodo, la mochila más pesada,
recuerdos ingratos lamentan la presencia,
de esa oscura sombra que acechaba,
pero ahora estoy.
Abrazado a la ilusión que me condena,
que me condena.
La siento llegar, la siento pegar,
me provocará, me atrapa una vez más.
La ilusión que me condena,
la ilusión que me condena,
siento llegar una ilusión que me condena.