Voy a cerrar los ojos en voz baja.
Voy a meterme a tientas en el sueño.
En este instante el odio no trabaja
para la muerte que es su pobre dueño.
La voluntad suspende su latido
y yo me siento lejos,
tan pequeña,
que a dios invoco, pero nada pido,
con tal de compartir a penas
este universo que hemos conseguido,
por las malas y, a veces, por las buenas.
Por qué el mundo soñado no es el mismo
que este mundo de muerte a manos llenas.
Mi pesadilla es siempre el optimismo.
Me duermo, débil sueño, que soy fuerte.
Pero el futuro aguarda, es un abismo.
No me lo digan cuando me despierte.