Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar
y otra vez, con el ala en tus cristales,
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
la hermosura y la dicha contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán .
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín, las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día
esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán .
Esas no volverán
Esas no volverán
Esas no
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar.
Tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero muda y absorta y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido desengáñate,
así no te querrán.
Así no te querrán.
Así no te querrán.
Así no te querrán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.
Esas no volverán.