El duende de tu son, che, bandoneón, se apiada del dolor de los demás. Y al escuchar tu fuelle dormilón se arrima al corazón que sufre más. Estercita y Mimí, como Ninón, dejando sus desinos de percal, vistieron al final mortajas de rayón, al eco funeral de tu canción. Bandoneón, hoy es noche de fandango. Y puedo confesarte la verdad. Copa a copa, pena a pena, tango a tango, Embalada en la locura del alcohol y la amargura, bandoneón, para qué nombrarlo tanto, no ves que está de olvido el corazón, pero él vuelve, noche a noche, como un canto en las gotas de tu llanto, che, bandoneón. Tu canto es el amor que no se dio
y el cielo que soñamos una vez y el fraternal amigo que se hundió cinchando en las tormentas de un querer. Y esas ganas tremendas de llorar que a veces nos inundan sin razón. Y el trago de licor que ayuda a recordar si el alma está en orsay, che, bandoneón. Bandoneón, hoy es noche de fandango. Y puedo confesarte la verdad. Copa a copa, pena a pena, tango a tango, Embalada en la locura del alcohol y la amargura, bandoneón, para qué nombrarlo tanto, no ves que está de olvido el corazón, pero él vuelve, noche a noche, como un canto en las gotas de tu llanto, che, bandoneón.