Había una vez un gato que era el dueño de la noche y salía de paseo con flores en el bigote estaba siempre de fiesta maullando por los tejados con gatas de cola larga completamente borracho. Un día vino ese gato a pararse en mi ventana para mirarme y mirarme hasta que fue de mañana. Completamente borracho me maullaba tan feliz
que yo al final le hice caso y con él me fui a vivir para que yo me durmiera me llevaba siempre el gato a pasear por la vereda lamiéndome los zapatos. En medio de esa alegría gateando por la ciudad ya no me importa mas nada que amar al gato y maullar miau, miau.