Descose telarañas goteando cuando llega la alborada
Y las pone a secar en la maleza de sus ojos que al tronar
Le juran por los olivares que les dieron de amamantar
Que van a dejar sin cabeza cada madrugar
Le rondan las pirañas y se apaña azuzando la mirada
Para alejarlas con las garrapatas que la quieren devorar
Y ser la neblina del bosque que mira y no deja mirar
Penacho de invierno sediento de mi lagrimal
De leña seca su ropaje, petenera su lamento
En carne viva el carruaje que la lleva a sus adentros
La sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos
Empalma hasta los juncos que eran firmes antes de ser destronados
Y nunca se ha corrido con el ruido del gentío y su existir
Comadre de las musarañas, como en la canción del Martín
Que encuentra sentido al seguido del punto del fin
De leña seca su ropaje, petenera su lamento
En carne viva el carruaje que la lleva a sus adentros
La sonrisa despeinada de ir en contra de los vientos