La sed, remite y me repite cuando estás cortando las aletas del salmón que el río sólo quiso azulejar para que no mordiera con fauces de ratón, que no hacen mucha mella pero van royendo las raíces cuando dices que te vas en busca de otras alas que te ayuden a cruzar con plomo en los bolsillos, robé el grano a la gallina y al halcón, lo siento, pero tuve que correr, venían los demonios hacia aquí cargando las trompetas, y desde que no estás, despinto pesadillas para ti, no caben más pecados en tus manos y, aun así, recoges hasta el musgo que amuralla mi pesar,
que blinda mi esqueleto, no le hagas caso al barquero, que en volandas no te llevará si le faltan los besos, que agazapado está como verruga ardiendo que no ha de morir y que espera el momento para rebrotar, busqué refugio en otros lares y, al serrar mi sueño tan despacio desperté en el prado baldío donde están muriendo los corderos, por eso regresé, más áspero y cansado a este compás que marcan las agujas pregonando que viví entre tanto alboroto que no me paré a escuchar el crujir de retamas.