Algunas horas nada más duran más que tu vida,
algunas veces nada más y esa es la herida,
y mientras todo lo que ya nació a su vez ha muerto,
ha perdido la vista y está viva y ha perdido la razón,
la que en tu mano dejé en forma de recuerdo,
entre cuatro paredes de fierro, paredes largas,
entre cuatro paredes de celda, paredes de prisión,
entre sus cuatro esquinas de lo mismo,
como ruge esa canción.
Y alguna noche,
algún jefe soldado corazón que ya está muerto,
mi viejo corazón rajado en mil que ya está muerto
con una orden senil, caprichos tercos, si ya está muerto
de un grito destemplado me hace despertar, si ya está muerto.
En esos días el más terrible de los secretos,
se ha convertido en el más hermoso de los secretos...
en esos días.