Voy a contarles a ustedes una historia que suciedió hace... muy poco tiempo.
Pienso en llamarte,
pienso en llamarte.
¿Y por qué tanto pensar
si sólo voy a teclear mensajes?
Pienso que podía regalarte,
pienso que te puedo regalar
una chinchilla, un marsupial.
Si no tienes ni tiempo
para bichejos.
Tanta tonteria,
tanta mandanga,
tanto autobús Madrid-Salamanca.
Tanta tontería,
tanta mandanga,
tanto síndrome de oso panda.
Pienso en mil maneras,
pero ninguna es buena,
decir cómo te quiero, decir que te quiero.
Pienso en mil maneras,
pero ninguna es buena.
¿Cómo lo voy a decir?
Decirte cómo quiero, decir "te quiero",
decir cómo te quiero, decir que te quiero.
Hay tantas maneras,
pero ninguna es buena,
¿cómo lo voy a decir?
Pienso en donar sangre,
aunque de pensarlo me desmaye.
Cualquier cosa y no pensar
ni en respirar por no poder abrazarte.
Pienso en mil maneras,
pero ninguna es buena,
decir cómo te quiero, decir que te quiero.
Pienso en mil maneras,
pero ninguna es buena.
¿Cómo lo voy a decir?
Decirte cómo quiero, decir "te quiero",
decir cómo te quiero, decir que te quiero.
Hay tantas maneras,
pero ninguna es buena,
¿cómo lo voy a decir?
Ya ves.
Pues sí.
Aquí estamos los dos,
cantando una canción de amor.
Y esta vez es nuestra.