La última oleada de opresión te trastocó y cogiste frío
Y era un frío correoso que acabó petrificándote los huesos
Tus dientes apretados se volvieron hacia mí
Con la intención de hacerme trizas la mirada de un mordisco y masticar mis pensamientos
Y tuve que aplastarte y defenderme, y atacar
Con el verdugo destructor de las palabras oprimidas que no deben pronunciarse
Y así por un momento pude verte reducido por tu ejército de miedos
Y fantasmas que silbaban tus recuerdos más amargos
Nos vimos rodeados del silencio miserable y cegador
Que nos repite las verdades del pasado fermentadas y caducas
Y fuimos arrastrados otra vez por el mandato embriagador que nos empuja
A destruir un ser humano sin el uso de la fuerza
Esputamos con rabiosa decisión nuestro macabro repertorio de reproches oxidados
Que malvende nuestro paso por la tierra
Y temblando por el miedo y el dolor nos embestimos
Y rodando por el suelo el desamparo nos guió camino de la ruina