(Siquirres) ¡Ahí viene el Maravilloso! Burlándose a media plaza, A pura pata pelada, Jugando de peligroso. Ahí viene el Maravilloso A componer la mejenga: No hay nadie que lo detenga Cuando arranca bien fogoso. Estaban José y Julián Los más fiebres de segundo, Haciendo la vuelta al mundo Con un yo-yo, por variar, Cuando apareció Raimundo, El hijo del capataz A terminarles la paz Con un reto furibundo: "Les tenemos una apuesta Que no pueden rechazar: El primero en anotar Es que las tiene bien puestas". Ante tal insinuación Los amigos no dudaron Y hacia la plaza marcharon A buscar reparación. (silbato) Sonó el silbato de la niña María Angélica, La negra tórtola De trenzas cándidas. Y dio comienzo la partida cuasi bélica, De dos escuálidos Y negros mártires, Contra dos recios muchachotes de la cúspide Que aprovechábanse De los más débiles. Cayeron fácil en la trampa los más párvulos, Con cero técnica Y menos táctica... Y al ver venir hacia su marco a los atléticos Del quinto año, comprendieron que su trágico Destino estaba ya en las manos del Altísimo, Y encomendaron Sus almas vírgenes, Cuando de pronto, ante el asombro de su público, Como un milagro apareció el tercer acólito... Hablado: ¡Que sean tres contra tres!... gritó el Maravilloso.
¡Ahí viene el Maravilloso! Burlándose a media plaza, A pura pata pelada, Jugando de peligroso. Ahí viene el Maravilloso A componer la mejenga: No hay nadie que lo detenga Cuando arranca bien fogoso. La cosa, pa' hacerla corta Es que el juego se acabó Con dos toques de talón Y un gol sin misericordia: Nadie más tocó el balón, Ni vieron el tren pasar, No hubo nada que apelar: ¡fue un gol del Maravilloso! (silbato final) Y así termina el cuento cierto y futbolístico, La amena fábula De un crack auténtico, De un vengador, hijo de peón, atleta olímpico Que dio a sus cófrades Un triunfo histórico... Lo único malo de esta historia tan bucólica Es que en la práctica Es casi insólita, Pues lo normal es que en los pueblos sea lo típico Que triunfe el cínico Y pierda el tímido. Por eso entono esta canción con tintes éticos, Para escribir en letras de oro la magnífica Gesta inmortal de un niño pálido y famélico Y de aquél triunfo Tan balompédico, La gesta heroica de un futbolista rústico Que dio a su gente dignidad... y un gol inédito. Son de toros: ¡Ahí viene el Maravilloso! Burlándose a media plaza, A pura pata pelada, Jugando de peligroso. Ahí viene el Maravilloso A componer la mejenga: No hay nadie que lo detenga Cuando arranca bien fogoso.