Acaso una mirada me bastara, mirarte y encontrar una palabra: nada. Tu nada con la mía entre las cosas, decirse dos silencios infinitos, juntar las bocas, abrir los grifos, que inunden nuestro humo las alcobas. Que el tiempo no dependa de las horas,
que sólo nos apuren los latidos, quemar las ropas, sudar tomillo, desnudos comulgar con la escayola. Perderse en una fiebre sin memoria que nadie nos rescate del instinto, romper parodias, hacerse añicos, residuos de una absurda ceremonia