Todo me hizo suponer, por lo que dijo el profeta, que esto de la cuarentena iba a ser la lucidez. Dime tú, si es que me ves entre todas esas nieblas, dónde encuentro una linterna para no meter el pie. Mira qué fracaso, mira qué desastre acabar de nuevo dudando... dudando en la tarde. Yo creía que al crecer uno se iba haciendo sabio, más juicioso, más centrado,
más cabal, más... ¡yo qué sé! pero, ay, loco mundo cruel, con el paso de los años uno se va equilibrando y ve que es justo al revés. Cuando todo va mejor porque ya se ve muy claro que el revés es lo contrario de lo que uno imaginó, vuelve la contradicción: ni lo negro es siempre blanco, ni los buenos son tan malos, ni tampoco tú eres yo.