Viejo sinvergüenza morirás un día de éstos con el rabo entre las piernas, como un perro enfermo, callejero. No te da vergüenza cuando ves en el espejo la orgullosa complacencia ante el pellejo, coquetuelo. A tus años, a tus años, loco enamorado de la belleza, que no hay lecho que resistas sin una hembra, sin una hembra, viejo sinvergüenza, ¡cuánta razón llevas! Y sin darte cuenta, entre Bárbara y Remedios vas a entrar en los setenta, cuéntame el secreto,
puñetero. Y eso que en la guerra te cortaron algún miembro, menos mal que fue la oreja que enviaste a Chelo por correo. Si casi no pesas, te estás quedando en los huesos, y aún me dices que Carmela tiene más trasero que la "Pelos". Y cuando te mueras, que será pronto, me temo, con las farras que te pegas, irás al infierno, a lo bueno. Te pondré una vela con muchísimo respeto como símbolo y bandera de tu gran..."talento", pendenciero.