Cada vez
que me encuentro a la jauría
de prosélitos de causas
y aprendices de Mesías,
perdedor en la batalla,
como barco a la deriva,
sigo a la mar.
Cada vez
que me enfrento a las heridas
que levantan las estatuas
de un pasado de reliquias,
perdedor en la batalla,
como barco a la deriva,
sigo a la mar.
La mar que siempre espera,
fiel origen del latido, compañera,
la mar, hembra primera,
generosa sementera de la vida.
Cada vez
que me oponen las delicias
de futuros sin fantasmas
como rosas sin espinas,
perdedor en la batalla,
como barco a la deriva,
sigo a la mar.
Cada vez
que la lógica me obliga
a creer que es necesaria
como punto de partida,
perdedor en la batalla,
como barco a la deriva,
sigo a la mar.
Cada vez.