Después de tantos nunca más,
de no volver la vista atrás,
de pronto estás ahí...
Y aquello que no pudo ser
ahora vuelve a renacer,
y ha sido porque sí...
Cuando por fin logré olvidar,
quién iba nunca a imaginar,
que al cabo de los años volverías a decirme
nada existe, nada existe sin ti.
Pero ahora nunca me oirás
decirte nunca jamás...
No, no, no nunca jamás
no digas nunca jamás,
jamás, jamás...
Volvió después de mucho errar
el marinero de la mar,
del monte, el cazador...
Aquel que se empeñó en huir,
porque era cosa de vivir
la vida alrededor...
Y el mundo aquel por descubrir,
¡feliz revés del devenir!,
en una vuelta de esas me devuelve tu presencia
y redescubro, redescubro el amor...
El terco sino del azar,
que no ha cesado de jugar,
al gato y al ratón...
nos ha empujado el gran error,
de no tener ningún temor
a la imaginación...
y así el destino, siempre cruel,
en este caso ha sido infiel
a todos sus principios y, en un gesto de locura,
nos invita... a perder la razón.