Llévame contigo a la cumbre más alta
Para tentarme con mil ciudades
De oro y carne que pondré a tus pies
Aparta de mí tus labios
Son puñales sus palabras traidoras
Acércame todos sus besos
Que me matan dulcemente en el silencio
Condéname por los siglos de los siglos
A vivir clavado a tu carne apasionado
Así podrán nuestras almas
Redimirse de la condena eterna
Flagélame si merezco penitencia
Somos la herida;
Mis llagas serán los surcos
Que encauzarán tus iras
Aleluya, Aleluya...
Ponme, si es nobleza lo que obliga
La corona de espinas
La sangre que mane de mis sueños
Purificará tus pensamientos
Enjúgame el sudor y las lágrimas
Con tu mirada
Que quede eternamente en tus pupilas
Grabado el rostro de quien más te amó
Aleluya, Aleluya...
Si no supone una cruz sobre tus hombros
Ayúdame a soportar este ingrávido peso
Que me aferra al centro de tu gravedad
Expóliame, si el deseo te lo exige
Desnúdame ante ti;
Te ofreceré mi cuerpo en sacrificio
De amor y muerte
Aleluya, Aleluya...
Crucifícame, si no te tiembla el pulso
Crucifícame; pero hazlo con los clavos
De tus ojos, con los golpes
De tu corazón
Recógeme en tu regazo cuando caiga
Te lo suplico;
Junto a tu vientre consumado mi bien amada
Te encomendaré mi espíritu
Aleluya, Aleluya...