Cierra todas las ventanas, busca tus secretos de cajón, las agujas afiladas saben que perderás el control buscando en lo más profundo, llegas a tu corazón, suenan las sirenas, piensas: no me volverá a pasar. Sueñas que este amor es grande y puro, sucio, casi destructor, se confunden las heridas con la nueva y vieja sensación de tenerte en la penumbra de una austera habitación, de poder recuperarte antes de que salga el sol. No hay cielo protector, no existe cura, no hay solución, pero nos queda el valor. Hace casi diez mil años que intentamos superar el mal, pero lo que amenaza es grande y tan oscuro como el mar en el que ahora naufragamos, mientras la calma es total, pero nunca es para siempre, para siempre es nunca más.
No hay cielo protector, no existe cura, no hay solución, pero nos queda el valor. No pediré perdón por lo que siento, por ser quien soy, al menos hasta hoy. Porque la ficción no es más que un cuento de la cruda realidad, porque te sientes desnudo y hablas, y nadie quiere escuchar, porque tus calles vacías están llenas de verdad, yo seguiré siendo el ángel que te guardará al temblar. No hay cielo protector, no existe cura, no hay solución, pero nos queda el valor. No pediré perdón por lo que siento, por ser quien soy, al menos hasta hoy. No hay cielo protector, no existe cura... No pediré perdón por lo que siento...