Qué mal besa este príncipe, me maten, No tendrás por ahí un sapo resultón; Uno que tenga buen vino, Aunque tenga mal color. Uno que baile a tres piernas Aunque me pudra la lengua, Uno mudo como yo; Malnacido y santa madre, Uno que moleste a Dios. Yo, que he muerto tantas veces, Voy a dividir los peces Que he sacado a pasear En una yegua de plata A la que muerden las ratas Por no querer galopar, Por dormir como si nada En el filo de una espada Que nunca entra por detrás, Por quedarse en esta loma, Por cocear a las palomas Que arrasaron nuestro hogar.
Si escapar de mi planeta yo pudiera, Llenaría las bañeras con alcohol, Seco y duro como el cierzo, Resacoso y peleón. Como el cante de Agujetas, Como el llanto de la mina, De presente cabezón; Bien hallado en mi cocina, Desterrado del fogón. Yo, que muero cada día, Resucito en tu alegría Cuando dices al mirar: Móntame, borrico viejo, Que me salga del pellejo, Yo te ayudaré a cavar Una fosa pequeñita En esta tierra que grita Y que se quiere abrazar A una lápida que ponga: Aquí yace un hombre solo, Como fue su caminar.