Era de la noche una sombra más. Era el vagabundo de la calle. Era el confidente fiel de un viejo farol, dueño de la gran ciudad, soñador con aire burlón, furtivo cazador de estrellas al amanecer, altivo como un rey, silbando una canción de amor. Nadie supo nunca su verdad, era simplemente un peatón de Sol hasta Callao y eterno paseante de Madrid, de aspecto desgarbao y duende silencioso de la calle, bufón de la mañana hasta la tarde, de profesión parao.
Era de la escarcha un amigo más. Juntos compartieron las aceras. Juntos una noche más fueron a dormir bajo un cielo de papel a la tibia luz del farol. Sospecho que se fue buscando algún lugar al sol me dicen que murió silbando una canción de amor. Nadie supo nunca su verdad, era simplemente un peatón de Sol hasta Callao y eterno paseante de Madrid, de aspecto desgarbao y duende silencioso de la calle, bufón de la mañana hasta la tarde, de profesión parao.