Son las cinco de la tarde comienza la reunión, la partida de canasta, la charla de religión. La maestra, el boticario, el cura y doña Asunción, el café de media tarde y algo de conversación. Y hablarán del hijo de don Ramón tan listo que parecía y se ha convertido en pastor. No se si me engañaré, comenta doña Asunción, pero anoche vi a fulano que rondaba el callejón. Señor cura, no se si recuerda usted la boda de doña Engracia que fue una noche a las tres. Pobrecilla, tan joven y ya con seis. Claro que según se dice, la protege don José.
Y la lluvia en el cristal y la flor en el jarrón dormidas esperarán, la mañana. Las luces del callejón contemplan pero se callan y pasa bajo la lluvia un pastor. Sin quererlo se les pasan las horas en el reloj. La maestra se despide, los otros dicen adiós. Comentarios al respecto, será que tiene un amor, se sonroja el boticario, el cura pide perdón. Pero en fin, tomemos otro café, mañana como es domingo será la misa a las diez. Termina la reunión, mañana de cuatro a seis seguirán con su canasta, seguirán con su café. Y hablarán.