Ellos se van,
como siempre se van,
y tú
te quedas como siempre
regogiendo los cubiertos
y el mantel, del comedor.
Y te rebelas
cuando miras
el desorden
que dejaron al partir, los niños.
Los niños,
que un día cambiarán
de casa y de mantel,
cuando aprendan el arte de volar,
cuando se haya escapado su niñez.
Y te visitarán por Navidad,
si es que les queda tiempo.
Los niños,
que hoy lanzan el balón
y rompen un cristal,
y juegan a piratas de salón,
y llenan con sus gritos el portal,
y lanzan sus cometas de papel
en medio de la calle.
Todos se van,
como siempre se van,
y tú
te quedas como siempre
recordando su niñez
tras el cristal del comedor.
Luego te quedas en silencio
y recuerdas
junto al fuego del hogar,
los niños.
Los niños,
que nunca volverán,
que nunca volverán,
a ser esos piratas de salón,
ni llenarán de gritos el portal,
ni lanzarán cometas de papel,
en medio de la calle.
Los niños,
que un día cambiarán
de casa y de mantel,
cuando aprendan el arte de volar,
cuando se haya escapado su niñez.
Y te visitarán por Navidad,
si es que les queda tiempo.
Cuando aprendan el arte de volar,
cuando se haya escapado su niñez.
Y te visitarán por Navidad,
si es que les queda tiempo.