Ellos se van, como siempre se van, y tú te quedas como siempre regogiendo los cubiertos y el mantel, del comedor. Y te rebelas cuando miras el desorden que dejaron al partir, los niños. Los niños, que un día cambiarán de casa y de mantel, cuando aprendan el arte de volar, cuando se haya escapado su niñez. Y te visitarán por Navidad, si es que les queda tiempo. Los niños, que hoy lanzan el balón y rompen un cristal, y juegan a piratas de salón, y llenan con sus gritos el portal, y lanzan sus cometas de papel en medio de la calle. Todos se van, como siempre se van, y tú te quedas como siempre
recordando su niñez tras el cristal del comedor. Luego te quedas en silencio y recuerdas junto al fuego del hogar, los niños. Los niños, que nunca volverán, que nunca volverán, a ser esos piratas de salón, ni llenarán de gritos el portal, ni lanzarán cometas de papel, en medio de la calle. Los niños, que un día cambiarán de casa y de mantel, cuando aprendan el arte de volar, cuando se haya escapado su niñez. Y te visitarán por Navidad, si es que les queda tiempo. Cuando aprendan el arte de volar, cuando se haya escapado su niñez. Y te visitarán por Navidad, si es que les queda tiempo.