Que pienso en Elena y me acuerdo de Irene, que pienso en Irene, me acuerdo de Elena, mi pene se apena, se apena mi pene. Y una mano amena mi pene sostiene, no es mano de Irene, no es mano de Elena, es mi mano es pena, es mi mano en pena. Lo malo que tiene es que no es tan buena como la de Irene,
como la de Elena, pero me entretiene, pero me entretiene. Para eso conviene pensarse una escena donde salga Irene, donde salga Elena, en plena faena, en plena faena. Y así, vena a vena se llena mi pene de ausencia de Irene, de ausencia de Elena, y no se retiene. Me voy, que me viene.