Una insignia de amor en la solapa, tope de guapa, tope de guapa, unos labios así de escandalosos, pechos rumbosos, pechos rumbosos, te encontré y me encontraste: eras Adela, vuela que vuela. Cinco días duró el revolteo de tu deseo por mi deseo, cinco noches celestes, cinco instantes de dos amantes. Y una fiesta de luz alborotada cada mirada. Tú, la gracia resuelta sobre el mapa, tope de guapa, tope de guapa, yo, la envidia del mar y otros curiosos, pechos golosos, pechos golosos. Y escuché un son de paz y castañuelas: el son de Adela. Fue preciso que hicieras algún feo a mi deseo de tu deseo, son los gestos un poco extravagantes de dos amantes que también quieren verse la mirada algo enfadada. Yo, pegado a tu piel como una lapa,
tope de guapa, tope de guapa, tú, abrazando los días perezosos, pechos mimosos, pechos mimosos. Y por el verbo amar a toda vela los dos, Adela. Cinco días al sol y al balanceo de mi deseo con tu deseo, cinco siestas con cinco interrogantes de dos amantes. Y un azul para siempre en la mirada, ahora embobada. No es que llore, es tu ausencia que me empapa, tope de guapa, tope de guapa. Este año va a ser de los lluviosos, pechos airosos, pechos airosos. ¿Qué le vamos a hacer tú y yo, Adela, que no nos duela? Si este encuentro a la hora del recreo fue tu deseo, fue mi deseo, que el deber sufra pronto los desplantes de dos amantes. Que te quiero reciente. Y tu mirada aquí en mi almohada. Aquí en mi almohada.