Dibujas alas para todos los corceles
y cada margarita trae pétalos impares.
Todas las miradas abandonan los teléfonos
y encuentran que la vida estaba en otra parte.
Te vi,
como agua a la arcilla
llegas a mi vida y me torneas.
Te vi,
todo estaba claro.
Ahora llegas tú y me desordenas.
La pena es un insecto atrapado en ámbar
y en todos los tejados un hombre escribe versos.
En cada ceda el paso se arma batucada
y en todos los moteles se jura amor eterno.
Te vi,
cachorra sin dueño,
mi dulce corazón durmiendo en otro cuerpo.
Te vi,
con ojos de marzo,
relámpago que anuncia tormenta en el desierto.
Llegarás como abril,
mi fin de semana eterno.
Bailaré para ti,
reina de todos mis torneos.
Si los lunes te duelen
yo te levantaré.
Cuando el viento arrecie,
permaneceré de pie.
El mar al que mis pétalos se arrojan…
Colibrí de marzo, pequeña supernova.
Eres la tarde de un viernes de colegiales,
tan noche de San Juan en tiempos de cuaresma.
Y yo, bufón sin rey, lloró por cualquier cosa,
las lágrimas me lavan la cara polvorienta.
Te vi,
despierto y desarmado,
desertor de batallas sin cupido.
Te vi,
niña aventurera,
amapola en la vereda del camino.
Llegarás como abril,
mi fin de semana eterno.
Bailaré para ti,
reina de todos mis torneos.
Si los lunes te duelen
yo te levantaré.
Cuando el viento arrecie,
permaneceré de pie.
Rumor de cataratas, siesta bajo la sombra,
pregunta sin respuesta, unicornio sin doma.
Espigas para el nido en cada canción.
Con mis manos de olivo ahuyentaré el temor.
Última noche de invierno y escarcha,
luz de mecedora, aroma de lavanda.