País de la ausencia, extraño país, más ligero que ángel y seña sutil, color de alga muerta, color de neblí, con edad de siempre, sin edad feliz. No echa granada, no cría jazmín, y no tiene cielos ni mares de añil. Nombre suyo, nombre, nunca se lo oí, y en país sin nombre me voy a morir. Ni puente ni barca me trajo hasta aquí, no me lo contaron por isla o país. Yo no lo buscaba ni lo descubrí. Parece una fábula que ya me aprendí, sueño de tomar y de desasir. Y es mi patria donde
vivir y morir. Me nació de cosas que no son país: de patrias y patrias que tuve y perdí; de las criaturas que yo vi morir; de lo que era mío y se fue de mí. Perdí cordilleras en donde dormí; perdí huertos de oro dulces de vivir, perdí yo las islas de caña y añil, y las sombras de ellos me las vi ceñir y juntas y amantes hacerse país. Guedejas de nieblas sin dorso y cerviz, alientos dormidos me los vi seguir, y en años errantes volverse país, y en país sin nombre me voy a morir.